Vivimos en un territorio con una lengua minorizada, el euskera, en convivencia de forma oficial con otras dos mayoritaras, el español y el francés.
Si algunas administraciones, gastan miles y miles de euros y esfuerzos en la recuperación y normalización de nuestra milenaria lengua, podríamos pensar que esos esfuerzos también se extienden a la imágen que queremos dar de nosotros mismos y nuestra cultura.
Sin embargo, sin remover mucho y en los últimos tiempos he dado con tres ejemplos en el territorio de Bizkaia que nos indican que nuestras instituciones toman decisiones en cuestiones de imagen y diseño que van justamente en dirección contraria.
En un buen diseño, y aún más en el de logotipos e imagen corporativa, ningún elemento está colocado de forma gratuita o arbitraria. Su creación, a pesar de lo que algunos crean, no es algo artístico y arbitrario, sino que trata de solucionar de la forma más eficaz posible los problemas de comunicación que se le plantean.
Del primer ejemplo ya hemos hablado desde estas líneas. Se trata de la nueva feria de muestras de Bilbao construída en Barakaldo, y cuyos socios son tanto los Ayuntamientos de Bilbao y Barakaldo como la Diputación de Bizkaia y el Gobierno Vasco. En este caso, y si atendemos a las declaraciones de sus responsables, la decisión de su nombre fue totalmente consciente. Desde, en el mejor de los casos, un complejo de inferioridad y la más grande de las inculturas no se quería utilizar un nombre en euskera, y con unas peregrinas razones, más propias de países no desarrollados se le bautizó con el nombre exclusivamente en inglés (lengua no oficial en ninguno de los territorios vascos) de Bilbao Exhibition Centre y para su logotipo la abreviatura BEC.
Es decir, que en su logo, que es su cara pública y la que nos representa ante los demás, se enfatiza en una letra, la “C” no presente en el abecedario vasco.
El segundo ejemplo es el del Ayuntamiento de Güeñes (Gueñes en su forma normalizada en euskera) que ha renovado recientemente su imagen corporativa con un logotipo que recoge la “G” y los dos puntos de la diéresis como señas identificativas de la localidad. Nuevamente entes oficiales utilizan logotipos con grafías ajenas al euskera.
Por último, tenemos el caso del centro de ocio y cultura Alhóndiga Bilbao (nombre oficial, definitivo y único del proyecto) que preside Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao. El diseño interior y el mobiliario del antiguo almacén de vinos construido en 1909 por el arquitecto Ricardo Bastida, se ha encargado al francés Philippe Starck. Y su estrecho colaborador el diseñador Thibaut Mathieu fundador del estudio parisino Cake Design es el responsable de dotar, por 30.000 euros, de imagen al futuro espacio. Para ello utiliza las dos letras “hó” presentes en la palabra Al(hó)ndiga, y que, según sus propias declaraciones: “Son dos letras muy evocadoras. Además de formar parte de la palabra Alhóndiga, también significan sorpresa, admiración, entusiasmo… Es una interjección universal, que puede reconocer todo el mundo. Se entiende en castellano, en francés, en inglés, en portugués…”.
Como vemos, una vez más y desde un centro oficial, y en aras de una falsa idea de modernidad y cosmopolitismo arrinconamos el euskera no sólo en el resultado sino en los presupuestos ya que la palabra vasca alondegi no aparece por ningún lado y se utilizan la “H” y la tilde sobre la “O” presentes únicamente en la palabra castellana.
Publicado en la revista Txalaparta Hitzak & ideiak 34. 2007ko udaberria