He de confesar que, desde que utilizo cámaras digitales, han sido muy pocas las ocasiones en las que he pasado mis fotografías a papel. La mayoría de ellas descansan en un variopinto ejército de dispositivos de almacenamiento externo.
Hace unos días, y ante la triste constatación de que el contenido de algunos cds se había desintegrado como un terrón de azucar en el café, me decidí a imprimir copias de una selección de ellas. Preparé un pendrive, copié en él un buen número de archivos y empecé el primero de mis peregrinajes por tiendas de fotografía y «kioskos digitales», sin conseguir que ninguno de ellos reconociera mi memoria usb. ¿Problema? Únicamente reconocen los que están formateados para Windows; en exclusiva, ni Mac ni formatos híbridos.
Tras formatear de nuevo mi memoria digital, comienzo mi segundo peregrinaje. Esta vez sí que reconocen el continente, pero no el contenido. ¿Problema? Únicamente trabajan con archivos jpg, otra vez en exclusiva, y no con tifs que era lo que yo llevaba.
Ante mi fustración e impotencia, en uno de los establecimientos visitados llegué incluso a recibir bienintencionados consejos sobre las bonanzas de la «calidad jpg» (sic.). Por unos instantes me sentí perdido, marginado en una parcela en la que, hasta ese momento, creía desenvolverme como pez en el agua.
Para dar la razón al dicho popular, en un tercer intento y con todos los deberes hechos, conseguí hacerme con las preciadas copias en papel.
Ante la evidencia de que el manejo de archivos digitales se ha universalizado y ya no es terreno exclusivo de profesionales, me atrevo a adjuntar una pequeña guía que nos pueda ayudar a navegar en este mar de siglas:
TIF (Tagged Image File Format [tiff]). Es un formato sin pérdida. Es decir, que podemos abrir y cerrar el documento y guardarlo tantas veces como queramos y permanecerá inalterable. También pueden comprimirse sin perder calidad. Actualmente, pueden almacenarse además con capas, no es necesario utilizar el formato psd para ello.
JPG (Joint Photographic Experts Group [jpeg]). Nos permite comprimir mucho el archivo. Pero si tenemos una imagen guardada en ese formato y la abrimos y la volvemos a guardar de nuevo en jpg, y así sucesivamente, nos daremos cuenta que poco a poco la imagen se va desvaneciendo y aplanando.
PNG (Portable Network Graphics). Actúa en cuanto a la compresión mejor, en muchas situaciones, que el formato jpg. Especialmente indicado para ilustraciones con masas de color o imágenes con zonas de color muy amplias (cielos, retratos con fondos continuos…). Es un formato sin pérdida pero con compresión.
Existen más formatos, como el gif, para pequeños gráficos y animaciones; o el raw, apropiado para guardar imágenes que deseemos editar aplicando técnicas profesionales.
Me queda la duda de que el papel sobre el que imprimamos las fotografías aguante el paso de los años como lo han hecho las de nuestros abuelos. El tiempo lo dirá.
Publicado en la revista Gure Liburuak 43. 2014ko udazkena