Vivimos en un mundo encorsetado por normas. Algunas, si es que las conocemos, nos pueden facilitar pequeños problemas en nuestra vida diaria, como el reconocer que aunque no haya indicación alguna sobre ella, la puerta derecha de un piso es la que se sitúa a nuestra diestra al subir las escaleras y no al salir del ascensor. O que en nuestras calles y carreteras, los vehículos circulan por el lado derecho. Sin embargo, en mi pueblo y por alguna razón que desconozco (puede que sea nuestra histórica y quizá tópica anglofilia) tanto el metro, como los trenes de cercanías circulan por la izquierda.
Hace unos días entré en una de las cada vez más escasas librerías, buscando un libro de esos que ni son superventas ni tienen detrás una feroz campaña de marketing, es decir de los que casi directamente, y eso con bastante suerte, pasan a las estanterías.
Mientras iba leyendo los títulos en los lomos, me sentí un poco ridículo ladeando mi cabeza ahora a la derecha, ahora a la izquierda, hasta que me dí cuenta de que unos estaban escritos de forma ascendente, otros de forma descendente y otros, los menos, de forma transversal. Siempre he creído que la lectura de los lomos era más facil de abajo a arriba, y así los he colocado en las cubiertas de los libros que he diseñado. Así que ante la duda, y la aparente falta de reglas, consulté cuantos manuales tenía a mi alcance.
El resultado de mis pesquisas fue que la tradición dice que cuando el título es demasiado largo (o el lomo demasiado estrecho) para que adopte una disposición transversal se colocará de forma ascendente, es decir, de manera que se lea de abajo arriba, porque de esta manera se lee con mas facilidad que a la inversa cuando se coloca el volumen en una estantería. Incluso ya en 1926, la Asociación de Libreros de Gran Bretaña e Irlanda recomendaba que se colocara en esta posición.
En un anterior artículo, ya hablé de normas relativas al tamaño del papel, y de quien las marcaba, la International Organization for Standaization (ISO). Pues bien, la actualmente en vigor norma relativa al tema que nos ocupa (ISO 6357:1985) establece lo contrario, es decir que el título debe de disponerse de arriba abajo, ya que: «Esta forma de título en el lomo se lee fácilmente cuando el libro está situado horizontalmente con la cubierta hacia arriba».
Habría que comentar, que cuando el libro está situado horizontalmente, con la cubierta hacia arriba, lo que se lee con más facilidad es el título de la cubierta y no el del lomo. Por otro lado supongo que en pocos sitios encontraremos los libros apilados en el suelo como nos mostraban las rancias imágenes del nodo en las que veíamos al viejo dictador en su despacho del Pardo firmando sentencias (algunas de muerte) rodeado de montañas de libros que seguramente nunca había leído.
Resulta cuando menos curioso, que una norma internacional, obligue a un comportamiento que entra en colisión con la lógica, puesto que los libros se hacen para que ocupen un estante y no, en general, para que estén sobre una mesa (en cuyo caso tampoco existe problema como decía anteriormente).
Una vez más y conocida la norma, es legítimo revelarse contra ella y colocar el título de forma ascendente con lo que se favorece al lector.
[Publicado en la revista Txalaparta Hitzak & ideiak 27. 2005ko uda]