Contrariamente a lo que pueda pensarse, son muy escasas las ocasiones en las que tengo la oportunidad de leer un libro antes de realizar su portada. Por eso mismo la oportunidad no solo de leer un manuscrito, sino de reunirme con los autores de mi próximo proyecto suponía una extraordinaria ocasión de salir de la rutina, y atinar con el resultado. Eso pensaba aquella lluviosa tarde del pasado mes de febrero (¿es que hubo tardes sin lluvia en febrero, en marzo, en abril…?) mientras me dirigía al estudio/universo de Alberto Palomera que nos serviría de puerto franco para esta primera toma de contacto.

Después de ver las impactantes imágenes de Rober Garay de ese, todavía desconocido para mi,  mundo mitológico-industrial de relictos, tritones, ninfas y demás seres que habitaban en el  mundo del «Coelacanthus Biscayensis», y después de charlar con el autor, Fernando Palazuelos, tuve claro lo que quería transmitir con la portada del libro y que camino tomar para ello. ¡Para una vez que tenía la oportunidad de leer el libro, no iba a ser necesario! Así y todo ese mismo fin de semana devoré el manuscrito, (creo que en su casi definitiva versión 6.0), y aunque disfruté como hacía tiempo que no lo hacía con un libro, no cambió mi opinión sobre el rumbo a tomar.

Con este libro, tanto la editorial como yo mismo, estábamos de acuerdo en salir de los corsés con que habitualmente vestimos los libros… (colección, papel, tamaño…). Por lo que mi propuesta conceptual era sencilla, una portada que con un tratamiento gráfico de grabado antiguo reflejara todos esos mundos oscuros. Y una sobrecubierta en papel vegetal con un tratamiento más contemporáneo que únicamente dejara entrever, como tras la niebla, el otro mundo desconocido. Es decir, la sobrecubierta sería la que haría referencia a la obra literaria (Zapatos en la arena) y la portada a la parte gráfica.

Como toda nueva experiencia la singladura no ha estado exenta de momentos de incertidumbre, pero el resultado creo es digno contenedor del tesoro literario. Y si el trascurso del tiempo, la naturaleza o las humedades de venideras lluvias van modificando la sobrecubierta del libro, no debería  de extrañarnos, quizá se deba a que está impresa sobre papel vegetal, y por tanto con vida propia.

Puede parecer difícil clasificar esta obra, pero en mi opinión, y en la del propio Rober Garay, la etiqueta de «novela gráfica» se ajusta mucho más a este producto que a los que habitualmente se le aplica, ya que aunque narración e imágenes comparten un mismo soporte, lo hacen en espacios diferentes.

Eso si, cuando compréis el libro, tened paciencia, dejadlo reposar un tiempo y veréis como, poco a poco, va desapareciendo su intenso olor a tinta y un agradable aroma a salitre y humedad se va apropiando de la atmósfera. Ese será el momento apropiado de sumergirse en él.

http://issuu.com/robergaray9/docs/biscayensis_zazpika

Esteban Montorio Uribarren (Diseñador gráfico)

 Publicado en la revista 7K del diario Gara 2013-7-14

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