El año 2004 se despedía con un mazazo, el fallecimiento de Daniel Gil, ocurrido en noviembre a los 74 años. A muchos este nombre no les dirá nada, sin embargo, casi todos los “castellanolectores” hemos tenido una obra de Daniel Gil entre nuestras manos en alguna ocasión.

Durante muchos años, él fue el realizador de cientos de cubiertas, absolutamente inconfundibles, para Alianza Editorial, y aunque ha realizado incursiones en otras disciplinas (carteles, identidad corporativa, etc), han sido sus veinticinco años de especialización los que le han llevado a profundizar en el género de la cubierta hasta límites nunca alcanzados.

No sería malo recordar, que para Daniel Gil, el diseño de la portada de un libro ha de tener un valor añadido, y que realizar una cubierta no es sólo traducir en imágenes los contenidos, ya que se caería en una redundancia, sino que es mejor dar una interpretación personal del texto.

Este madrileño empezó estudiando Bellas Artes (carrera que no terminó). En 1957, de regreso de un viaje clandestino a la Unión Soviética, ingresó en la famosa escuela de Ulm.

A su regreso a Madrid y convencido de que su primera intención de dedicarse a pintar no daba para comer, empezó a trabajar en la discográfica Hispavox de la que recordaba una curiosa fórmula de explotación: pagaban la mitad del sueldo con el mes, y la otra mitad a fin de año. Con lo cual tenían a todos firmes.

Después pasó a trabajar en Alianza donde durante veinticinco años realizó un trabajo prácticamente de autor, donde ideaba el planteamiento, realizaba los objetos, los fotografiaba…

Abandonó la editorial tras su compra por Anaya, y siguió dedicándose al diseño y a defender la dignidad del oficio, lo que le llevó, por ejemplo a conflictos con la Fundación Thyssen-Bornemisza, para la que creó el logotipo de su museo, por no querer pagar sus derechos sobre su trabajo.

Pero lo que es mucho menos conocido de este viejo comunista es su relación con el País Vasco, una relación que, entre otros trabajos, y al margen de relaciones personales, quedó reflejada en el cartel de homenaje a Argala o en el póster para la película de Antxon Ezeiza Ke arteko egunak.

[Publicado en la revista Txalaparta Hitzak & ideiak 26. 4702ko udaberria]

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